(Psicología Clínica)
Según
Pierre Janet (1894/1919)
“El Trauma psíquico es el resultado
de la exposición a un acontecimiento estresante inevitable que sobrepasa los
mecanismos de afrontamiento de la persona. Cuando las personas se sienten
demasiado sobrepasadas por sus emociones, los recuerdos no pueden transformarse
en experiencias narrativas neutras. El terror se convierte en una fobia al
recuerdo que impide la integración (síntesis) del acontecimiento traumático y
fragmenta los recuerdos traumáticos apartándolos de la consciencia ordinaria,
dejándolos organizados en percepciones visuales, preocupaciones somáticas y re
actuaciones conductuales.”
Modelo
Psicodinámico y Trauma.
Existen numerosos modelos propuestos desde el marco
conceptual psicodinámico.
Destacan los de Weiss (1993)27
y
Horowitz 28
(1986). Ambos autores coinciden en establecer mecanismos comunes para los
síndromes postraumáticos y el duelo patológico.
Para Weiss la persona desarrolla creencias
disfuncionales en la infancia a partir de inferencias de experiencias traumáticas
de sus progenitores. Aprende, por tanto, directamente; este tipo de creencias
sobre lo que es esperable que ocurra van a ser las que le impidan adaptarse adecuadamente
cuando es él el que sufre una experiencia traumática.
En la raíz del problema por tanto hay unos aprendizajes
inconscientes que habrá que ir explotando a través del psicoanálisis para poder
poner los posteriormente en contraste con la realidad, desafiándolos.
Es lo que Alice Miller 29,
una de las figuras clave en los modelos psicoanalíticos de respuesta al trauma,
denomina “la búsqueda en la infancia de la llave perdida”.
Horowitz 30
parte de la base de que el cuerpo tiene un repertorio pequeño y común de
respuestas ante los hechos vitales.
Desde esta perspectiva la muerte, la enfermedad física
o mental, las catástrofes o las guerras provocan respuestas fisiológicas y
procesos similares de adaptación en el ser humano. Todos estos hechos tienen en
común pérdidas que cuestionan el mundo (tanto interno como material y humano)
en el que vivía la persona hasta ese momento. Este debe cambiar y adaptarse a
la nueva situación, pero esta revisión precisa tiempo.
Muchas de las situaciones evocaran temas de culpa,
miedo, tristeza o rabia que tendrán que ver con procesos pasados conscientes o inconscientes
de la persona. Evitar reconocer estos temas llevaría a una situación de anestesia
emocional en la medida en que se crea una discordancia entre la realidad externa
y lo que la persona cree.
Hay un intervalo de tiempo necesario entre las consecuencias
emocionalmente violentas de reconocer lo ocurrido y la tendencia a la evitación
inicial. Durante este intervalo la persona pone en marcha procesos de control característicos
que tendrán que ver con sus mecanismos básicos de defensa a través de los que
está acostumbrado a manejar la realidad.
Modelos
basados en la Teoría del Apego
La teoría del apego indaga también en las raíces
infantiles de la respuesta al trauma, pero lo hace desde la teoría del
attachment, que tiene en Bowlby a su autor más clásico y conocido.
En su postura más extrema, la teoría pretendería
explicar la respuesta adulta a situaciones traumáticas a partir del estilo de
vinculación en la infancia y del aprendizaje que en su día este tipo de
vinculación conllevó en términos de capacidad de regulación del afecto,
seguridad y autoestima. 31.
Se formula así una teoría en la que se postula que
la vinculación con los referentes afectivos en la infancia (esencialmente los
padres) conformaría una estructura neurobiológica dañada, que sería la que
determinaría la respuesta adulta anómala al trauma.
Por esto algunos autores hablan de la existencia de
un vínculo traumático, lo que a llevado a cierta confusión terminológica.
En su postura más
moderada se entendería que el estilo vincular crea la tendencia a esquemas de
respuesta en el adulto que pueden activarse (o no) en situaciones de estrés 32.
Algunos casos de estilos vinculares muy anómalos en
la infancia podrían explicar determinadas reacciones extremas de daño
traumático en el adulto.
Pero la gran mayoría de personas que han
pasado por situaciones traumáticas han tenido vinculaciones en la infancia que
no determinan especiales vulnerabilidades al trauma ni pueden rastrearse antecedentes
que expliquen la reacción actual.
Bowlby 33
hablaba de modelos de trabajo internos (Inner Working Model) y los definía como
las representaciones cognitivas y emocionales de uno mismo y de los demás que
operan de manera automática e inconsciente para monitorizar las experiencias de
la vida relacionadas con situaciones de vínculo interpersonal, constituyendo la
base de la conducta de la persona.
Definió dos estilos
vinculares básicos (seguro e inseguro),que posteriormente han generado, en la
literatura posterior, múltiples estilos y subcategorías, según los autores.
Debe entenderse que el
niño en la infancia estuvo sometido a un determinado estilo parental (por
ejemplo de caos, de normas, con abandono respecto a elementos afectivos clave
alternando con control exagerado y disciplina ante detalles menores), ante el
que tuvo que adaptarse, por ejemplo, con conductas exageradas de sumisión y
anulación completa de su mundo interno, en un intento de aplacar explosiones de
ira que no entiende.
Este patrón vincular resulta adaptativo en la
infancia y le permite sobrevivir en un medio hostil e inadecuado.
El problema es cuando, en la vida adolescente o
adulta, estas reacciones que ya son parte de la persona y de las que con
frecuencia no se es consciente dejan de ser adaptativas 34.
Disociación
y Trauma
Los últimos años han visto el paso a primer plano de
los autores que han postulado a la disociación como el gran elemento “olvidado”
del trauma y sobre el que debería pivotar tanto su comprensión como su
tratamiento35.
Desde quienes incluyen fenómenos como concentrarse
en el trabajo o la conducción no percibiendo nada de lo que ocurre alrededor o que
“pase el tiempo volando”, hasta quienes lo reservan para expresiones
psicopatológicas graves, como la denominada personalidad múltiple, hay una
pluralidad de marcos y definiciones que impide avanzar con claridad.
Por otra parte no hay acuerdo respecto al carácter disociativo de
signos clave como, por ejemplo, los “flashbacks”, paradigma disociativo para
algunos, y simple elemento de memoria para otros, o respecto a la denominada
“anestesia emocional”, también considerado o no disociativa según quien sea el
autor.
Hay quien habla de la disociación como “fenómenos” y
quienes la consideran una dimensión que algunas personas tienen más
desarrollada que otras.
A- En
su forma extrema, quienes defienden que la disociación es el núcleo definitorio
del trauma considerarían que:
1. En
la evolución del niño, habría una integración armoniosa de los sistemas que regulan
las conductas de la vida diaria con los que regulan las actividades de defensa
ante amenazas. pero cuando existen vínculos inseguros o desorganizados, es
decir, que las figuras de vinculación más importantes son el origen de amenazas
agresiones o terror en la vida diaria sería imposible para el niño integrar armoniosamente
ambos sistemas.
2. Esto
haría que mientras la mayor parte del tiempo funcionaría con los sistemas de
regulación de la vida diaria, sometido a presión se activarían los circuitos disfuncionantes
de personalidad (yo soy, yo pienso, yo siento, yo actúo) alternativos, que
sería lo que se considera disociación (exactamente disociación estructural de
la personalidad35.) y
apareciendo la desregulación de los afectos y los problemas en el control de
los impulsos como manifestaciones más evidentes de esta situación.
B- Se propone la existencia de síntomas disociativos
“psicomorfos” y “somatomorfos”, tanto positivos como negativos:
Síntomas
Disociativos Psicomorfos Positivos: Memorias traumáticas y
pesadillas con componentes afectivos, cognitivos y somatosensoriales. alucinaciones
o pseudoalucinaciones.
Inserción / Intrusión de pensamientos.
Negativos
Pérdidas de memoria (amnesia), pérdida de la
capacidad de sentir (embotamiento emocional), pérdida de la capacidad de
crítica con sugestibilidad y
facilidad para la manipulación (circuito cognitivo), anulación de deseos,
necesidades y fantasías personales. Todos estos elementos (recuerdos,
emociones, pensamiento crítico, deseos o fantasías) estarían accesibles en la
parte sana equivalente de la personalidad no disociada.
Síntomas
Disociativos
Somatomorfos Positivos Intrusiones de aspectos somato
sensoriales de la experiencia traumática (olores, sonidos, imágenes o
sensaciones dolorosas…), distorsiones sensoriales, pseudocrisis epilépticas,
automutilaciones y conductas impulsivas
irrefrenables.
Negativos
Pérdidas sensoriales, preceptúales o motoras (p.e. anestesía o pérdida de
sensibilidad en extremidades, parálisis o ceguera disociativa).
C- Haciendo
la mirada inversa, desde la clínica de los supervivientes de situaciones traumáticas,
la explicación que se defiende desde este modelo sería:
• Amnesia a elementos relevantes del hecho traumático:
correspondería con alteraciones de la atención y la conciencia por la activación
de uno o más elementos emocionales de personalidad disociada.
• Somatizaciones (quejas de dolor crónico,
fibromialgia, problemas de dolor o disfunción en las relaciones sexuales…) como
activación de estructuras emocionales de personalidad disociada surgidas
durante el abuso como niño o la situación traumática.
• Alteraciones en la regulación del afecto o las
emociones como activación de estructuras disociadas que escapan al control
estabilizador consciente de la personalidad sana, Ante determinadas situaciones
evocadoras se dispararían uno o más de estas estructuras provocando cambios
bruscos en el ánimo, reacciones de ira etc.
• Alteraciones de la percepción de sí mismo como
parte de estructuras disociativas, con autoimagenes de sí como merecedor de
desprecio y minusvaloración, torpe y culpable implícito de todo lo malo que
pase a su alrededor. Estas estructuras pueden incluso ser opuestas a la
personalidad normal de la vida diaria (que se vería a sí misma como capaz,
responsable, normativa y respetada, o incluso como seductora y con éxito
social).
• Alteraciones de la relación con los demás como
oscilaciones entre los sistemas de vínculo sano de defensa, combinando
actitudes de rechazo y fóbicas con deseos enormes de vínculo y actitudes de
puesta a prueba constante y de grandes oscilaciones.
• Alteraciones en los sistemas de significado de la
realidad, dependiendo de qué personalidad tiene el control.
En condiciones normales, puede ser optimista y
considerar que no necesita tratamiento y está en control de su vida y las
circunstancias, mientras que bajo presión ver todo como extremadamente negativo
y desesperante.
El modelo pretende abarcar todas las formas de trauma
distinguiendo hasta tres niveles de severidad de los procesos disociativos (el
TEPT clásico estaría en el primer nivel y el DESNOS en el segundo y tercer
nivel de severidad de procesos disociativos.
Investigaciones en el área de las neurociencias, han
encontrado que la etiología del Trauma Psicológico no es el evento, sino la forma
disfuncional en que queda neurobiológicamente almacenada esa experiencia en las
neuroredes de memoria.37
A esa forma desadaptativa en que queda grabada
físicamente la experiencia, se le llama Memoria
Traumática.
Norma Duré Riquelme
Psicóloga Colegiada
M-26128
Bibliografía
27 Weiss DS,
Marmar CR. (1993) Teaching time-linked dynamic psychotherapy fopr postraumatic
stress disorder and pathological grief. Psychotherapy 30, 587-91.
(28 )Horowitz
MJ. (1986) Stress Response Syndromes (Second edition). Aronson Inc. Northvale
(USA).
(29) Miller A. (1991) La llave perdida. Tusquets
editores. Col. Ensayo. Barcelona
(30) Horowitz
MJ. (1976) States of Mind. Aronson. Northvale (USA).
(31) Allen J
(2001) Traumatic relationships and serious mental disorders. Chichester. UK. Wiley.
(32) Pearlman L,
Courtois C.A. (2005) Clinical applications of the attachment framework: relational
treatment of complex trauma. Journal of Traumatic Stress. 18 (5) 449-59
(33) Bowlby J
(1969). Attachment and Loss. Vol I attachment. New York. Basic
Books. (Ed española: El apego y la pérdida. (1988) Ed Paidós.
(34) Barudy J (1998). El dolor invisible de la
infancia. Una lectura ecosistémica del maltrato infantil. Paidós. Buenos Aires.
(35) Van der
Hart O, Nijenhuis ER, Steele K. Dissociation: An insufficiently recognized
major feature of complex posttraumatic stress disorder. J Trauma Stress. Oct;18(5):413-23
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