Uno delos peores enemigos de la relación de padres a hijos
es la falta de tiempo, la prisa que transmitimos y, como consecuencia, el
estrés que generamos.
Al llegar a casa hay que dejar fuera todas las
situaciones negativas que dificultan la calidad en la atención que queremos
darle al niño el tiempo que pasamos juntos.
Si nos dejamos llevar por lo
acelerado de la vida cotidiana lograremos:
- Un entorno
agresivo-hostil. Creamos inseguridad en el niño.
-
Transmitir
modelos equívocos. Los padres son el espejo en el que mira el niño. Estamos obligados
a no educar al niño con agresividad, enfado, desidia o ansiedad.
-
Cambios físicos
o somatizaciones. Según varias investigaciones, existe una relación causa –
efecto entre padres estresados y bebés llorones o hijos inseguros. Ej. Falta de
apetito (comer mal) insomnios, pesadillas nocturnas.
-
Asimismo,
los niños estresados habitualmente manifiestan leves molestias a nivel corporal
(dolores de cabeza, de tripa…etc.)
-
Exceso de estimulación. Un adulto estresado trabaja con el niño a un ritmo acelerado,
ansioso, y ese estado emocional transmite al niño.
Es fácil caer en el exceso,
debemos cuidar de no sobrecargar de tareas al niño; el pequeño necesita su
espacio, su descanso y por sobre todo jugar.
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